María Cánovas

He escuchado y escucho las eternas voces de la búsqueda. Y por eso mi tiempo se dedica a entregar mis oídos y al menos un ala que aprende a volar.

 Y al unísono debido a esto el silencio cobra sentido de tesoro.

Y ante esto aquí he venido y he encontrado lo añejo de antepasados del Sur y el brillo de nuestro futuro.

Son las tierras que antaño eran las labranzas y cometido principal, sobre las que ahora por júbilo medito con la esperanza.

Cuántas flores han de ser vistas mis ojos para saber que fuera el mundo está dentro de mí.

Y que si he de compartir ala para ser bandada de florecientes pájaros, la otra, conservada sobre su mirada de verde paz entregada, la he de mover para regalarle a su gemela la calma, y juntas ser equilibrio, respiro, gozo y así saber

Del compromiso y la confianza un lugar eterno.